CENCOEX admite tácitamente «fue nuestra culpa, pero igualito no hay divisas para ti.»

El día mas añorado de los últimos 18 meses: CENCOEX respondió a mi solicitud de divisas presentada en Mayo 2014!

No salgo de mi asombro con lo que leí. 

“La Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) le informa que niega la Autorización de Adquisición de Divisas (AAD) (…) debido al incumplimiento de la (…) Providencia Nro. 116 (…), según el cual la actividad académica debe cursarse fuera del territorio nacional, en consecuencia el usuario debe encontrarse cursando una Actividad Académica en el extranjero la cual no ha culminado. En el caso en concreto se observa que la actividad a la que se refiere la solicitud para la cual se solicit an las divisas culminó el último período académico en fecha 06-JAN-15 por lo que no cumple con lo dispuesto en la normativa vigente.”

En otras palabras “Si bueno, CENCOEX tenía que contestarte tu solicitud unos días después de que presentaste tu solicitud; sin embargo, te estamos contestando hoy, 18 meses después y bueno, ya no estás estudiando, así que lamentablemente no podemos entregarte tu dinero”.

Nunca había leído algo que me dejara tan indignada. Indignada al punto de pensar que si CENCOEX no me hubiese contestado nunca, habrían quedado mejor parados que con ese mal llamado análisis de mi solicitud de divisas.

Algunos destellos de mis clases de Derecho en la UCV me gritaban en mi cabeza que CENCOEX no puede negarme divisas por una causa que no es imputable a mi. Y sin embargo, convencida estoy de que impugnar esta decisión tendría como respuesta otro chiste de parte de las Cortes de lo Contencioso Administrativo.

Esto parece una anécdota sacada de la página del Chiguire Bipolar, pero no es sino una crónica de la absurda realidad del sistema venezolano en su máximo esplendor. 

Entiendo que no se preocupen por violar Derechos Humanos de los venezolanos, pero que en palabras bonitas te digan “si, fue nuestra culpa porque no te respondimos a tiempo, mala nuestra, pero te quedaste sin divisas porque ya no estás estudiando”, es exasperante, pero sobre todo lamentable. 

Sigo sin salir de mi asombro y solo me pregunto cuál será la próxima excusa sin sentido que escucharé de las instituciones de mi país.

Buscando hasta debajo de las piedras (Estudiantes sin divisas)

Esta noche sostuvimos una llamada telefónica con la Presidenta de USA Refugees & Inmigrants, Carmen Gimenez, con quien tuvimos una amena conversación con relación a la situación que viven los mas de 7.000 estudiantes venezolanos que se encuentran en Estados Unidos y que siguen sin recibir divisas de parte de CENCOEX, organismo gubernamental encargado de la asignación de tales recursos en Venezuela.

Le comentamos nuestra iniciativa, lo que hemos logrado y lo que tenemos en mente para ayudar a estos jóvenes que siguen caminando y que contra todo pronóstico continuan fieles a sus sueños: concluir sus estudios en el exterior. Nos sorprendió gratamente la buena recepción de nuestras ideas de parte de Carmen, quien en todo momento se mostró solidaria y dispuesta a ayudarnos mutuamente en aras de trabajar para conseguir soluciones a corto plazo para los estudiantes, especialmente porque las leyes migratorias americanas son sumamente estrictas y muchos de estos chicos están a punto de perder su condición legal en los Estados Unidos de América.

Nos resultó muy grave saber que Carmen logró comunicarse con CENCOEX y le comentaron (palabras más, palabras menos) que los estudiantes escogieron venir «al imperio» y que se acostumbraran a quedarse sin divisas. Esto no solo pone en evidencia que se violan flagrantemente los derechos humanos de estos jóvenes (artículo 26 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, suscrita por la República Bolivariana de Venezuela) y se atenta contra su integridad, dejando de lado su nacionalidad y sus derechos constitucionales como ciudadanos venezolanos; sino también, deja manifiestamente claro que debemos buscar soluciones -siguiendo canales regulares- pero sin contar con el gobierno bolivariano precidido por Nicolás Maduro, a quienes no parece importarle en absoluto esta actual situación.

Hoy quedamos de acuerdo en reunirnos esta misma semana con Carmen y empezar acciones inmediatas de cara a ayudar a estos jóvenes estudiantes; reunirnos con políticos, organizaciones internacionales y con todo aquel que pueda aportar constructivamente algo para sacar adelante a estos jóvenes claramente abandonados por su país.

Nosotros particularmente animamos a empresas, organizaciones, instituciones, ONGs y personas naturales a contribuir con esta vaiolísima causa. Pónganse en contacto con nosotros y les brindaremos toda la información necesaria. Para estos luchadores, 1$ o una comida, puede hacer la diferencia. (matizopinion@gmail.com, marialejandrachuy@gmail.com, maria.ang.ma@gmail.com)

Conocemos la incertidumbre y la angustia que pasan muchachos, trabajamos fuertemente para ayudarles. La caballería viene en camino. Tengamos fe, lo lograremos todos!

De cómo nadé y nadé y… NO morí en la orilla!, por Marialejandra Chuy Silva

Winston Churchill nos dejó estas palabras “[n]unca te rindas, nunca, nunca, nunca, nunca, en nada, sea grande o pequeño, valioso o insignificante; nunca te rindas excepto a las convicciones del honor y del sentido común.”

Hoy más que nunca coincido con la frase. Salí de Venezuela hace 7 meses sin dinero y confiando en un sistema completamente resquebrajado (CENCOEX) que, a lo largo de este tiempo, se olvidó de mí por completo y a la fecha sigue sin aparecer.

Antes de salir de Venezuela saqué de mi pecho parte de mi corazón y mi alma y la dejé allí: con mi familia, mi mascota, mis amigos y mi país; el que me vio nacer, el que vio mis primeros pasos, mi primer argumento, mi primer fracaso y mi primera victoria, mi primer amor y mi primera ilusión.

Mi mamá, como madre al fin, llena de amor y desprendimiento por sus hijos, me entregó un sobre: habían $40 ahí y esa fue la primera colaboración que recibí para enfrentar el nuevo camino que se pintaba desconocido para mí.

Llegué a San Francisco, California y la institución que ya estaba familiarizada con el tema venezolano, me permitió pagar mes a mes el curso y el alojamiento. El Director de una empresa en Centro América apostó a mi futuro y me prestó $2300 para hacer el pago de ese primer mes. Alguien más, desde Venezuela, también creyó en mí y me prestó €2000 para gastos académicos, transporte y comida. ¡Fueron una bendición!

Desde Canadá un día recibí un mensaje: “hang in there! Dame un número de cuenta al que pueda transferirte algo de dinero para ayudarte”

Al final del segundo mes, la ilusión terminó: la aerolínea (Delta Airlines) canceló mi vuelo de regreso a Venezuela y al mismo tiempo me quedé sin dinero. Sabía que tendría que conseguir la manera de volver pronto a Venezuela y que la persecución del sueño parecía haber acabado.

Puse mis rodillas en el piso por primera vez desde que pisé suelo americano y jamás olvidaré mis palabras acompañadas de lágrimas “Señor Dios, si tú me permitiste llegar acá, por algo debió ser. Tu voluntad es buena, agradable y perfecta, y yo la acepto. Qué sea tu voluntad encargándose de mí porque mis opciones y caminos son escasos”. Al día siguiente recibí una llamada vía Skype: “te ayudaremos a cubrir tu programa de estudios. Usted fue para allá a estudiar y eso es lo que vas a hacer. Confía” Y así, el dinero para el siguiente mes llegó.

Para el final del 3er mes, pagar el alojamiento significaba no tener dinero para pagar comida y transporte. Cuando pensé que era mejor cancelar los estudios, un nuevo acontecimiento completamente inesperado tocó a mi puerta: la señora de la casa me permitió pagar la mitad de la habitación nada más y el colegio autorizó la transacción.

Para el 5to mes de curso, nuevamente se estrecharon los caminos y pagué el mes de estudios y alojamiento, y solo me quedó dinero para transporte. Empecé a comer solo el cereal que me proporcionaban en la casa como desayuno por 5 días seguidos. No había dinero para comer nada más, ni almuerzo ni cena.

Posteé mi situación en mi blog personal como medio de desahogo (la verdad nunca pedí dinero) y entonces llegó una nueva ayuda inesperada. Un mujer que solo puede ser un ángel de Dios me escribió vía Facebook: “Hola mi niña, quisiera si no te molesta que me envíes una dirección aquí en USA. Dios puso en mi corazón ayudarte” y así como así, sin yo conocerla, llegaron a mis manos 100$. Cuando di las gracias, su respuesta fue “comete un bistezote con papas fritas y ensalada”. Jamás tendré palabras adecuadas para agradecer a esa mujer de fe, a ella que sin saber mucho de mí creyó en mí también. Posteriormente, una asociación internacional, una asociación sin fines de lucro y un Club Rotario contribuirían conmigo para ayudarme igualmente y nunca más me faltó comida.

Más tarde mis profesores se enterarían (aún no sé cómo) de mi situación, y empezaron a ayudarme y se turnaron para ayudarme durante los almuerzos. Costearon mi comida sin preguntas y sin juzgamientos. Para mí, uno de los mayores actos de amor jamás visto.

Tuve una conversación con la Directora de mi institución y le pedí opciones. No tenía muchas esperanzas pero fui completamente honesta con ella. ¡Una nueva bendición! El colegio fue de lo más compasivo conmigo; me permitieron pagar únicamente la mitad de la matrícula académica por los 2 meses de programa que aún me quedaban. Así pude volver a comer sin depender de los profesores.

Mis abuelos, quienes viven en Florida y su pensión es su único sustento, me enviaron 35$ para poder completar el dinero del último mes de transporte ($68 el pase mensual del MUNI, transporte público de San Francisco).

Terminé mi programa académico el pasado 23 de enero de 2015. Aún sin recibir mi dinero de parte de CENCOEX y con una deuda que supera los $15.000, los objetivos fueron alcanzados. Hoy siento que no fue sino gracias a Dios y al sinfín de personas e instituciones que me ayudaron a alcanzar esta meta.

Junto a todas las personas que me ayudaron financieramente, no puedo dejar de traer a colación a todas las personas que me apoyaron también moralmente. Ellos que estuvieron para darme palmadas en la espalda, brindarme palabras de ánimo y secar mis lágrimas en la distancia: Gente desde Canadá, Costa Rica, Inglaterra, USA, Venezuela, Alemania, Panamá, República Dominicana, Colombia y Argentina unieron sus voces para decirme “no te detengas, no abandones tus sueños, sigue caminando y cuenta con nosotros. Aunque la tormenta sea implacable, el sol sigue estando allí, no importa que no puedas verlo justo ahora.” Como dice aquella canción “¿sabes? el sol no está ahí para cegarte, ni las tormentas para no poder volar (…) en esta vida hay que soñar”

Hoy les mando públicamente MIL GRACIAS a quienes me apoyaron y ayudaron! Mil, mil, mil, mil gracias!! Igualmente, hoy comparto las mismas palabras con mis pares.

Ahora, siento la responsabilidad de ayudar a quienes pueda ayudar. Confío en que si instituciones y empresas me ayudaron a mí, podrían ayudar a los más de 7.000 estudiantes venezolanos que se encuentran en USA y que están en la misma posición en la que estuve el pasado semestre de 2014. Creo que sólo cuando se ha pasado por esa prueba de fuego, es que uno puede hablar con propiedad. Sólo cuando has sentido la angustia y la desesperación, es que no te permites a ti mismo olvidar a tus pares; solo pasando a través de esto es que sientes que hasta el último estudiante no termine sus estudios, aún quedan objetivos por alcanzar.

Joven que estás allá afuera, atrévete a expresarte y llevemos juntos el estandarte del reclamo a nuestros derechos. Del lado del mundo donde me encuentre, intentaré seguir ayudando y seguir recaudando fondos para contribuir a nuestra causa: nuestra educación, superación profesional y crecimiento personal. El gobierno nacional y su mala gestión , CENCOEX y su indiferencia no podrán con nosotros; no nos doblegarán. Hay gente allá afuera dispuesta a ayudar, sólo tenemos que encontrarlos y no permitirnos ser olvidados,

Nadé todo lo necesario y no me atreví a morir en la orilla. Sigue nadando estudiante. Conseguiremos soluciones a tiempo.

¡¡Dios bendiga a todos los que hasta hoy han ayudado a los estudiantes venezolanos en el extranjero y Dios bendiga a Venezuela y su gente!!


Marialejandra Chuy Silva

@Marialejchs // marialejandrachuy@gmail.com

Entrevista: Aída Márquez, Fundadora de IDEA y Maestra Normalista.

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Agradecemos a Aída Márquez, quién aceptó regalarnos parte de su tiempo para esta entrevista.

  • ¿Cómo fue el proceso de decidir ser parte de un preescolar y qué la hizo tomar esa decisión?

Me gradué de Maestra Normalista (1973) y mientras ejercía en un aula de primer grado que pertenecía a la Gobernación del Estado Aragua, El Secretario de Educación del estado convocó a un grupo de docentes, entre las que me encontraba yo, para especializarnos en el área de preescolar en el Instituto de Mejoramiento Profesional del Magisterio, pues esta etapa educativa se implementarían a nivel nacional de forma gratuita y obligatoria. Durante tres años consecutivos, estudiamos y ejercimos simultáneamente. Una vez finalizado ese programa, fui llamada a participar en el entrenamiento y formación para maestros de Educación Especial, en el que recibí el título de Maestra Especialista mención Dificultades de Aprendizaje.

Sólo ejercí un año en Educación Especial. Regresé a Educación Preescolar pero con todas las herramientas que me dio estudiar Educación Especial. Herramientas que me han sido de muchísima utilidad a lo largo de mi carrera, pues integré todos los recursos que recibí durante mi formación para enriquecer el trabajo en aula con los niños.

  • ¿Cree usted que la educación preescolar y primaria es vital en la vida de todo ser humano? ¿Por qué?

No sólo lo creo, estoy convencida de que ambas son de vital importancia para el desarrollo del ser humano. Sobre todo Preescolar y los tres primeros años de Educación Básica. Es de todos conocido la importancia de los primeros años de vida para el desarrollo del ser humano, para aprender a aprender, a hacer, a ser y a convivir. Es en esta etapa donde se aprende para la vida; los buenos hábitos, el amor por sí mismo, se fundamenta la autoestima, la disciplina, la urbanidad, los valores, la toma de decisiones, se aprende a resolver problemas, el respeto de unos a otros, la responsabilidad, la solidaridad, a defender los derechos y a cumplir con los deberes, el civismo y otros muchos valores esenciales en la vida de todo ser humano.

En lo personal yo resumiría todos los anteriores en dos; a tener una autoestima adecuada y a ser responsables. Para emplear esto, tengo dos reglas de oro: “no le hagas a otro lo que no te gusta que te hagan a ti” y “mi libertad termina donde comienza la tuya”.

A mí manera de ver y de enseñar, le he dado mayor importancia a estimular y desarrollar la inteligencia emocional que a la inteligencia intelectual, sin restarle méritos a esta última. Todos estos aprendizajes fundamentales se inculcan en la etapa de educación preescolar.

  • ¿Es la educación en el hogar tan importante como en los colegios para niños y adolescentes?

El colegio refuerza la educación del hogar, nunca la sustituye. Nunca la suple, la complementa. Es vital la educación del hogar, las tradiciones, las buenas costumbres, el respeto de unos a otros, la familia y su importancia, el amor, la convivencia, la paz y la abnegación con que los padres están para los hijos porque son su responsabilidad y se lo hacen sentir con amor. El aprendizaje por modelaje es el que más rápido se aprende. Los hijos imitaran lo que hacen los padres. Adicionalmente, el colegio está en la obligación de orientar a los padres en lo que es mejor para sus hijos. Entre colegio y padres debe hacerse una mancuerna que permita dar lo mejor de ambas partes en beneficio de los niños, eso siempre mejorará el resultado educativo.

  • Hoy por hoy, ¿sigue educando?

Cuando se es maestro por convicción, vocación y por amor siempre se está educando, pero si me habla de que si sigo ejerciendo la carrera, pues si, sigo activa en el área educativa, creo que así será hasta el fin de mis días, hasta que Dios me lo permita. Actualmente, asesoro a nuevos colegios a iniciar operaciones y preparando material didáctico del que soy autora.

  • ¿Se considera a sí misma una mujer emprendedora? ¿Por qué?

Sí, de hecho salí a los pocos años de trabajar en la administración pública, abrí mí propio colegio, un maternal, los 3 niveles de Preescolar y luego abrí Básica. Esta institución existió por 16 años, se llamó IDEA colegio que me permitió ofrecer y dar lo mejor de mí y tuve el privilegio de recibir mucho más de lo que di de mis alumnos, padres y maestros.

Me retiré por un tiempo pero ya he regresado, como asesora y autora de material didáctico. A través de mi ejercicio en aula creé varios libros de ejercicios para Educación Preescolar y Especial. Pero la verdad es que amo el aula, el salón de clases, es ahí donde está la magia de ser maestra, es ahí donde realmente se aprende a ser, a hacer y a convivir. Estos aprendizajes no son solo para los alumnos, lo docentes también aprendemos en el contacto directo con los niños y sus familias.

  • Como educadora, ¿qué le gustaría decir a aquellos jóvenes que se inician hoy en sus profesiones?

Bueno muchachos, a dar lo mejor de sí mismos como profesionales y como seres humanos a donde sea que el camino los lleve, ustedes  pueden realizarse, ser felices y productivos para sí mismos, para sus familia y para los demás.

  • ¿Qué opinión le merece que haya actualmente tantos jóvenes profesionales saliendo de Venezuela en busca de nuevos horizontes?

Es muy lamentable que los jóvenes profesionales estén saliendo del país por no ofrecerles oportunidades para realizarse como seres humanos. Sin embargo, independientemente de la situación difícil que pasa Venezuela en este momento, siento y pienso que tienen derecho a ir en busca de sus sueños. Además, siempre se puede volver, porque nada es para siempre, porque todo es temporal, espero que ese tiempo sea corto y que al volver todos puedan aportar lo mejor de cada uno en la reconstrucción de Venezuela.

  • Desde su punto de vista, ¿cuál es el Derecho Humano más relevante de cara a la situación que vive Venezuela y por qué?

Podría mencionar muchos de los que están siendo violados en estos momentos en Venezuela. Sin embargo, el derecho a la vida sería el determinante por obvias razones. Venezuela se ha convertido, tristemente, en un país con el mayor índice de muertes violentas en el planeta. En los últimos 16 años han muerto 255 mil personas por uso de armas de fuego y armas blancas.

  • Si pudiese reunirse hoy con 3 personas y/o dirigentes (sociales, económicos o políticos) en aras de mejorar la situación en Venezuela, ¿quiénes serían y qué temas relevantes sobre el país discutiría?

Con la señorita Manuela Bolívar, por ser una mujer joven que ha dado su vida a mejorar el país y por el interés que ha mostrado por el  tema educativo en Venezuela.

Con el señor Feliciano Reyna, por su trabajo y experiencia con las ONGs, porque hay mucho que aprender de él de cómo la gente puede organizarse para incidir positivamente en el mundo en general.

Y con Lorenzo Mendoza porque puede ofrecernos luces de cómo hacer al país más productivo.

  • Finalmente; si más de 30 millones de venezolanos leyeran esta entrevista, ¿qué le gustaría decirles?

Aprovecho esta ventana pública para invitar a todos las personas que quieran participar en la reconstrucción de Venezuela, país rico en oportunidades, donde cada uno de nosotros tenemos algo importante y valioso que aportar en beneficio de todos para ser una gran nación, con voluntad, capacidad y las habilidades de cada quien al servicio del país para obtener como recompensa una nación productiva.

En paz, en armonía, con respeto, coherentemente con el objetivo de tener mejor calidad de vida, calidad de vida que todos merecemos, pero donde todos debemos dar lo mejor de nosotros mismos.


Imagen tomada de facebook.

Entrevista realizada por Marialejandra Chuy Silva

@Marialejchs // marialejandrachuy@gmail.com

Bitácora de mi salida del país, por Marialejandra Chuy (23.10.14)

Aterricé en la realidad el pasado febrero de 2014. Desde los 7 años creí en la fuerza de las voces que se alzan para luchar por los derechos fundamentales de quienes atentan contra ellos. Fui a la universidad convencida de que la Constitución y la ley eran lo suficientemente fuertes como para impedir los abusos y que ante ellos, siempre estaría yo allí de pie para defender a los débiles jurídicos. El primer regalo de mi padre al empezar mis estudios fue El Alma de la Toga de Angel Osorio y con él vi por vez primera la diferencia ente el Abogado y el Licenciado en Derecho que no entendí del todo, porque finalmente en mi país al graduarte en Derecho el título recibido es de “Abogado” y no de “Licenciado”. Pasaron años de estudiar el deber ser y, a medida que avanzaba en el estudio de mi carrera profesional, más me percataba de la gran brecha que existe entre el deber ser y el ser. Estando en mi tercer año de carrera decidí que era hora de encaminarme hacia lo profesional, y conseguí mi primer trabajo en el Tribunal Superior Sexto de lo Contencioso Tributario. Coincidieron entonces mis estudios de Finanzas Públicas con mi trabajo en el Tribunal y empecé a vislumbrar entonces la diferencia entre ser “Licenciado en Derecho” y ser “Abogado”; Angel Osorio tenía razón, sí que hay una gran distinción entre ellos.

Las noticias en los periódicos y en los canales de televisión avisaban de una crisis política que atentaba contra la seguridad jurídica, la economía y otros muchos aspectos que envuelven a la sociedad venezolana y entonces empezó mi interés particular en la política, asistí a las marchas estudiantiles que reclamaban al gobierno el respeto a los derechos particulares, pero siempre me mantuve al margen, nunca involucrándome demasiado. Sucedió lo inevitable, me gradué y comencé mis estudios de posgrado en Derecho Administrativo: todos mis pensamientos acerca de “mantener mis opiniones al margen” convulsionaron luego de ver clases con catedráticos como José Ignacio Hernández, Gustavo Grau, Luis Alfonso Herrera, entre otros. Escuchar a un Administrativista afirmar que el Derecho Administrativo no existe en Venezuela revolucionó todas mis ideas silentes; de manera que empecé a levantar la voz y a opinar con relación a las políticas adoptadas por el gobierno venezolano liderado en ese momento por el fallecido Hugo Chávez.

Llegar a la Alcaldía del Municipio Chacao me abrió las puertas a nuevas labores sociales y especialmente me abrió camino a un ambiente libre, donde se podía opinar abiertamente y donde se debatían las posiciones y las ideas productivamente. Esto me dio nuevas esperanzas: me hizo pensar o sentir –quizás utópicamente- que todavía había posibilidades de cambio, de rescatar al país del abismo donde se hundía cada vez más rápidamente. Tanta gente pensando lo mismo que yo sólo podía significar que el cambio llegaría. No fue así, los últimos comicios electorales acabaron con la fe de muchos en nuestro sistema electoral y especialmente en nuestro futuro como país: empecé a ver cómo toda la gente inteligente, capaz, profesional, con ansías de crecimiento y desarrollo, renunciaban y con maletas en manos emprendían un último viaje a Maiquetía para huir del país. Aún me pregunto si los volveré a ver. Yo continué unos meses más aferrada a la idea de que Venezuela despertaría más temprano que tarde y empezaríamos a reconstruir el país que nos destruyeron como con alevosía.

Pasó el primer año de mandato del nuevo presidente Nicolás Maduro y las malas señales se hicieron más evidentes que nunca: un sueldo que no alcanzaba para cubrir lo mínimo elemental, hospitales sin insumos, farmacias sin medicinas, mercados sin comida básica, jóvenes profesionales sin oportunidades de hacerse de un hogar, índices delictivos en rojo, la libertad de expresión en decadencia y discursos presidenciales incitando más y más a la violencia. Y yo aun creyendo en mi pueblo, en que el cambio ya venía, de un modo u otro. Pero entonces la realidad se estrelló contra mí y mis ideas de cambio se desmoronaron por completo:

En primer lugar, la inseguridad tocó a la puerta de mi casa tres días seguidos (nos robaron saliendo de la farmacia donde comprábamos medicinas para mi mamá y pasamos más de 6 horas en el CICPC poniendo la denuncia, casi un año después el caso no tiene respuesta; asaltaron y dispararon en el Centro Médico donde mi hermano y mi mamá se encontraban en consulta preoperatoria para mi mamá; y la noche siguiente a mi hermano lo quisieron asaltar –si, nuevamente- saliendo de la universidad).

En segundo lugar, leer la prensa en mi oficina se convirtió en una actividad de un par de minutos cuando las empresas se vieron obligadas a reducir los cuerpos de los periódicos por falta de papel, fui a Por Todos los Medios de Luis Chataing y a la última obra de Laureano Márquez y no pude parar de llorar durante ambas presentaciones, el humor es la pequeña herramienta qué aún queda en mi país para pintar la realidad que vivimos y pedir cambios, aun insisto en que esos monólogos deberían ser dados en la Asamblea Nacional; y el colmo de la libertad de prensa llegó cuando me percaté que sólo podía acudir a CNN o canales vía web para enterarme de los acontecimientos del país, dejamos que se nos desplomara la libertad de expresión.

Entonces aterricé en la realidad. Jamás olvidaré el pasado febrero de 2014, cuando estuve en la marcha convocada por Leopoldo López hacia el Ministerio Público. Aún me da escalofríos pensar en los mensajes de mi mamá acerca de las detonaciones en Parque Carabobo de las que se enteró gracias a los tweets de El Universal (en los canales de televisión no reportaban nada): yo estaba ahí, yo pude ser el Bassil DaCosta de ese día, yo vi a los motorizados armados ir y venir entre las filas de la GNB como si fuesen parte de la misma fuerza; todavía le agradezco a Dios haber cuidado de mi vida y de la vida de quienes me acompañaban ese día.

Entre las primeras manifestaciones llegó el 18 de febrero de 2014. Luego de pedir incesantemente que nos dejaran asistir a la nueva marcha convocada por Leopoldo López, nos dieron permiso en la oficina. Habíamos estado donde cayó muerto Bassil y sentíamos más que nunca que era momento de luchar. Teníamos esa idea de que el mundo entero tenía la vista puesta sobre Venezuela, sobre lo que teníamos para decir y las razones que nos llevaban a exigir un cambio. Además, el punto de salida de la marcha era en nuestro Municipio, a una cuadra de la Alcaldía, se sentía como un deber moral ir allí y ser parte de ese sentir nacional que te obliga a gritar que quieres que te respeten los derechos.

No lo voy a negar, desde temprano se sentía la tensión en el ambiente. Chacaíto amaneció acordonado por la Policía Nacional, las tanquetas de la Guardia y los motorizados estaban por todo el Municipio Chacao. La tensa calma indicaba que no sería un día normal. Desde ese día nada fue normal. Llegamos todos vestidos de blanco a la oficina, de alguna forma el blanco se volvió el color oficial para las marchas. Y luego de trabajar insaciablemente toda la mañana, a mediodía nos enrumbamos a la concentración de la oposición. Entonces pasó lo impensado: Ante lo que estos hechos podían desencadenar, Leopoldo López decidió entregarse a las autoridades. Todavía me pregunto cómo podría un hombre confiar en la justicia secuestrada por el Ejecutivo Nacional. Nos mandaron a volver a la oficina, era muy peligroso estar en la calle en opinión de mi entonces jefe. No existen palabras para describir lo que vimos ese día, lo que sentimos ese día. Cómo la ola de gente persiguió el vehículo donde se llevaban a Leopoldo y cómo esa porción del pueblo se solidarizaba y sufría con lo que estaba pasando. Para muchos esa aprehensión significó el final de la lucha, para otros significó que ésta estaba más viva que nunca.

Todo lo que vino desde ese día fue deprimente. El país caía a pedazos y la gente no aguantó más: empezaron meses de protestas incesantes. No eran sólo estudiantes. La cólera era masiva, desde niños hasta ancianos, pobres y ricos, todos tenían algo por lo cual alzar la voz. Y, si me preguntan a mí, nadie fue escuchado. Al contrario, vinieron las represiones, los arrestos, los muertos, las cadenas presidenciales que tapaban los momentos de mayor estallido de violencia, y el silencio mediático. La realidad nuevamente me golpeó de frente cuando viviendo en El Cafetal viví la violencia de los motorizados llamados “Colectivos”, vi los abusos de la Guardia Nacional Bolivariana destruyendo propiedad privada y fui víctima de los gases lacrimógenos. Dejé mi carro (que con tanto esfuerzo y sudor de 2 años de trabajo logré comprar) en Maracay, mi pueblo natal, en casa de mis padres, por miedo a que la Guardia Nacional lo destruyera como hizo con muchos otros y me acostumbré a la idea de andar en transporte público. Ante la inseguridad conté con gente maravillosa que me llevaba a casa por las noches luego de la jornada laboral, hasta que un día no pude regresar al trabajo. Casi una semana sin poder asistir a la Alcaldía a causa de las protestas que exigían mejorar nuestro sistema, válidamente desde mi punto de vista.

Intenté ayudar a los estudiantes detenidos y la respuesta fue una sola de parte de las autoridades: intentar defenderles legalmente suponía ir detenida también. La represión y la violencia fueron física para ellos y psicológica para los que estando del lado de la ley intentaban ayudar: No hay records de ello. Me di cuenta entonces que no habría fuerza legal, nacional ni internacional, que ayudara a Venezuela y, con una creciente violencia e intolerancia de parte de nuestras autoridades, además del constante temor a ser detenido o lastimado sin razón, llegó el momento de partir.

Hice todos mis trámites para estudiar fuera del país, quizás confiando aún en que para cuando finalizara mis estudios, el país estaría en vías de reconstrucción y yo podría volver sin miedos ni amenazas.

No renuncié al trabajo que amé por dos años y medio sino hasta último momento, no pude finalizar mis dos especializaciones de posgrado, y me despedí de mis amigos y de la capital de mi país a la que le agradezco mi educación universitaria y mis logros personales y profesionales. No podré olvidar jamás todo lo que sentí al manejar la ARC por última vez de regreso a la ciudad donde mis padres me vieron crecer. Dejé para el último momento hacer las maletas. Finalmente, estando todo listo, me despedí de mi mascota; él sabía desde temprano que algo pasaba, que tantas maletas y ropa significaban algo y podría jurar que sentí su tristeza cuando lamió las lágrimas que salieron de mis ojos al decirle adiós (aún no sé si tendré oportunidad de volver a abrazarlo). Llegamos al famoso pasillo de Maiquetía la madrugada del 6 de julio de 2014. Mi mamá, mi hermano menor, su novia, mi segunda madre Mafer, la familia de Jorge y mi primer amor universitario: todos estuvieron allí para decirme adiós. En palabras de Rayma, la gestión de gobierno llegó a mí también y me obligó a salir del país que me vio nacer. Todavía puedo sentir el último abrazo de mi familia; espero que Dios me dé la dicha de verlos nuevamente en nuevos horizontes.

Hoy, tengo casi 4 meses fuera del país viviendo con las uñas. Desde mayo de 2014 estoy esperando la aprobación de mis divisas estudiantiles por parte del hoy CENCOEX; mi vuelo de regreso a Venezuela fue cancelado por la aerolínea debido a la deuda que el gobierno venezolano mantiene con la misma; al no tener trabajo en Venezuela ni siquiera es pensable acceder al mercado negro para adquirir dólares y mi visa estudiantil no me permite trabajar para costear mis gastos. Más sorprendente aún, esa sensación de que Venezuela está en la mira del mundo es solo eso, una sensación; me ha sorprendido tremendamente cómo los ciudadanos de a pie del mundo entero desconocen por completo lo que vivimos los venezolanos en nuestro país.

Aun así, siento que Dios ha estado de mi lado desde el principio: he contado con el apoyo de personas maravillosas que me han ayudado (ustedes saben quiénes son), la institución donde estudio se ha visto solidaria conmigo con relación al pago de mis estudios y hasta la señora donde vivo me ha ayudado en todo lo que ha podido. Ahora más que nunca, por mi futuro y el de mi familia es necesario seguir adelante y así sea a distancia considero un deber moral alzar la voz al mundo para decir que es suficiente de desmoronar el país como lo están haciendo. Yo haré todo lo que esté a mi alcance para despertar las conciencias y llevar lo que pasa en Venezuela fuera de nuestras fronteras. Me gradué de Abogado (y no soy una sencilla Licenciada en Derecho) y mis principios me acompañan a dónde sea que vaya, de manera que pediré y reclamaré justicia desde donde esté por los medios que consiga para hacerlo. Dios bendiga a Venezuela y que como el Fénix, nos permita resurgir de nuestras cenizas cuando todo haya acabado.